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Las tres manifestaciones de la vía meditativa: Devocional, consciencial y existencial

Franco Bertossa

 

Maestro de Meditación y Fundador de ASIA

Extracto de la transcripción del retiro “el develamiento del ser a través de la meditación, la fenomenología y el diálogo” realizado en Montegrande en diciembre de 2011.

“Para poder encontrar un modo de comunicarnos acerca de la vacuidad, yo propongo un significado que está en la cultura occidental. Es el fundamento de la cultura occidental. El significado es existencia y yo lo enseño con algo que aprendí gracias a la filosofía de Heidegger”

La meditación tiene distintas manifestaciones, distintas tradiciones. Fundamentalmente son tres. La más popular, lo que no quiere decir la más banal, es la devocional. Ha habido testimonios extraordinarios de meditación devocional. Uno de los ejemplos más conocidos en occidente son los Hare Krishna, el Movimiento Internacional por la Consciencia de Krishna. Son sumamente devotos y desde afuera pueden parecer muy ingenuos, sin un pensamiento crítico. De hecho, sus argumentos se basan en: “Krishna dijo esto…, Krishna dijo esto otro…”.

Otro gran devoto del 1900 es Ramdas de la India. Después de haberse casado, criado a sus hijos, trabajado, después de haber hecho todo esto, sintió repentinamente una profunda nostalgia de Dios (esto sucede frecuentemente en India, según sus leyes sociales, es el dharma social: cuando el jefe de familia ha terminado sus deberes de trabajo, familia, crianza, etc., se convierte en un sadhu para buscar la verdad. En India está lleno de este tipo de personas que recorren la India vestidos de naranja, meditan y piden limosna). Ramdas sintió nostalgia de Dios y su padre, el abuelo, le dijo: “yo te entiendo hijo mío, anda tú, yo me hago cargo de todo”. Ramdas comenzó un peregrinaje a través de toda la India, desde el Himalaya hacia el sur. Viajaba en tren sin pagar el ticket, porque en la India se sabe que los sadhu no tienen dinero y entonces esto no se considera un robo, pero aun así, muchas veces los cobradores le pegaban por estar viajando sin boleto. Y él lo aceptaba diciendo que era Dios mismo el que le estaba dando los golpes, que le estaba dando una oportunidad para acordarse de Ram… todo es Ram. Vivió una experiencia de despertar muy profunda en Tiruvannaamalai donde encontró a Ramana Maharshi. Después de reunirse con Ramana, se retiró en una gruta que todavía existe y repentinamente realizó, comprendió, y se puso a bailar diciendo “¡Todo es Ram, todo es Ram!”.

Yo estuve en su ashram. No lo conocí a él pues murió en el sesenta y algo, pero conocí a su compañera espiritual. En el ashram todavía está su tumba. En su samadhi, donde está su tumba, uno entra e inmediatamente se siente su presencia; uno se sienta y se queda en un completo silencio, detenido. Cuatro o cinco veces en mi vida he sentido esto. Una de ellas fue en la tumba de Ramdas. Otra vez en Tiruvannaamalai en la tumba de Ramana Maharashi. También en el lugar donde murió Buda. Y el mismo efecto lo sentí pocas semanas atrás en Florencia, donde hace poco murió un Lama que vivía allá y su cuerpo no se descomponía, entonces el alcalde de la ciudad autorizó que permaneciera en su cama, muerto, sin sepultura. Fui una semana después que murió y no había olor a muerte, había una atmósfera muy extraña, fresca. Muchas veces he estado cerca de los muertos y después de dos o tres días se empieza a sentir el olor a muerto, con él no se olía nada, su mano se veía fresca como la mía. Cuando entré, sentí inmediatamente esta presencia, me senté a meditar, parecía que habían pasado quince minutos y había pasado una hora y cuarto.

Estas cosas suceden en algunas circunstancias particulares. Yo las reconozco, hay algo que te dice “detente”. La primera vez que fui a Tiruvannaamalai, donde vivió y murió Ramana Maharashi, estaba también un amigo mío que no meditaba. Entramos en la sala donde estaba el samadhi, la tumba. Y yo le dije “espérame aquí un poco, yo voy a dar vueltas en la tumba como un devoto”. Me dijo ok y se sentó. Yo di miles de vueltas y de reojo veía si es que estaba tranquilo y lo estaba. Después fui donde él y le dije “Manuel…”, pero él también se había absorbido ¡Increíble! Él no era un meditante.

Otra vez me ocurrió algo similar en la iglesia de San Francisco en Asís. Como siempre, había muchos peregrinos, mucho ruido alrededor y cuando entré en la iglesia inmediatamente dejé de sentir cualquier ruido. Ahí mismo en la iglesia está su tumba. Entré y sentí una presencia. Me di vuelta y estaba el vestido de San Francisco pegado en el muro, su túnica.

Ramdas era un devoto: practicaba su vía de conocimiento amando. El cristianismo tiene muchos testimonios como éste, extraordinarios ejemplos de devoción: la existencia impregnada de amor… No sólo existo, sino que existo porque soy amado.

Cuando fui invitado por Michel Bitbol a participar en un grupo de estudio en una abadía al sur de Francia, en el velador de la cama había un libro con los testimonios de los grandes abades Benedictinos. Uno de estos era un abad del siglo XII que vivía entre Francia e Inglaterra. Decía: “hay en mí un lugar capaz de comprenderte Dios mío, y es el amor. Entonces, yo te voy a conocer amándote” ¡Maravilloso!
Este es el camino del conocimiento a través de la bhakti, de la devoción.

En el sur de la India hay un templo en donde hay muchos símbolos fálicos y delante de ellos un buey se inclina delante de Dios. El símbolo fálico significa la compenetración entre espíritu y materia. Había un devoto que era de una casta inferior y no podía entrar en ese lugar del templo, entonces lo adoraba por fuera. Pero no podía ver el lingam. No sé por qué, no sé cómo sucedió, pero el hecho es que el lingam se corrió, está corrido. La gente dice que fue Dios mismo el que lo corrió para poder relacionarse con este gran devoto. En realidad, no me interesa si fue verdad o no, me interesa el hecho que existió un devoto así. Estas son almas extraordinarias, conmueven, hacen llorar. Es una vía de conocimiento a través del amor.

Una segunda vía de conocimiento es la que busca llegar a la fuente de la conciencia. El Yoga y la tradición de los Vedas enseñan esto. Cómo aislar aquel núcleo que no es una ilusión… kaivalya. Kaivalya quiere decir aislar, reconocer e identificarse en este núcleo consciente que es el absoluto. Es lo que hicimos ayer y esta mañana. También en esta vía hay ejemplos extraordinarios de sabios que practican este camino.

Generalmente, estas dos vías están compenetradas. Como dice Ramana Maharashi: “bhakti, es la vía de la devoción, y jñana, la vía del conocimiento, no son dos caminos, es uno, porque la verdad es sólo una”. Y esta es una vía que caracteriza realmente a la India: la meditación, dhyana, samadhi.

El tercer camino es característico del budismo. El budismo no niega que exista un principio consciente, pero dice que este principio consciente es un elemento de la existencia como todos los otros, no es Dios. El budismo no propone ningún Dios como fundamento de la existencia. Se puede practicar a través de la vía consciencial –como hicimos ayer y hoy– pero un significado ulterior puede florecer. En el budismo este significado se llama sunyata, vacuidad. Vacuidad no es algo, no es la consciencia, no es otro tipo de consciencia. No les puedo decir lo que es porque no es algo. Pero durante esta semana seguramente alguno de Uds. va a tener algún destello de vacuidad. Y esta es una vía ulterior respecto a las dos precedentes. Un poco inquietante, pero no está sucediendo nada, porque repito, si es verdad, también era verdad ayer, y no ha sucedido nada. No tenemos que tener miedo de la verdad, tenemos que tener miedo de las fantasías que nos inventamos.

Tenemos que encontrar un código de comunicación que tenga más que ver con nuestra cultura. Por ejemplo, si yo les enseño la mirada, Uds. pueden tener la experiencia, aquí… la mirada interrogante es un hecho. Pero con la vacuidad es distinto, yo no se las puedo mostrar porque no existe. No hay vacuidad, si bien está en todas partes. Por eso para poder encontrar un modo de comunicarnos acerca de la vacuidad, yo propongo un significado que está en la cultura occidental. Es el fundamento de la cultura occidental. El significado es existencia y yo lo enseño con algo que aprendí gracias a la filosofía de Heidegger.

Heidegger tuvo una relación muy cercana con el budismo Zen, se tenían estima recíproca. En Boloña, invité a un filósofo japonés, Ohashi, quien había practicado por más de treinta años el Zen. Estuvo en monasterios y con un maestro muy renombrado que era Hisamatsu. Él lo había mandado a Alemania a estudiar filosofía con Heidegger, tal como ocurría con muchos otros jóvenes japoneses cuyos maestros los enviaban a Alemania a estudiar el occidente a través de Heidegger. Cuando Heidegger cumplió ochenta años, hicieron una fiesta en su honor. El discurso para honorarlo lo hizo un japonés, un maestro Zen. Se reconocían, había un acuerdo: “estamos hablando de lo mismo”. Seguramente con tonalidades distintas, pero estaban viendo la misma cosa.

Martin Heidegger fundamentalmente dijo una sola cosa en toda su vida: ser… y el ser entendido como diferencia ontológica. Si no la conocen se las voy a explicar ahora: Diferencia. Nosotros normalmente distinguimos entre dos cosas: “esto es un cojín”, “esto es una manta”, “este es un hombre”, “esta es una mujer”. En cambio, la diferencia ontológica no es entre dos cosas. “Esto es un cojín” es un ente, es un existente. El ser, significa el hecho que este cojín existe. No es suficiente decir cojín… la verdad acerca de este cojín, es que este cojín existe y no que no existe. La verdad sobre el universo es que existe el universo y no que no existe. El hecho que existe el universo, es el hecho de ser del universo. Para realizar la verdad no es suficiente ver un puro elemento, es necesario que el elemento sea visto a la luz del hecho de ser. Esta es la verdad.

Ahora, refieran esto al cojín que son Uds. mismos. El hecho que existo es el ser. No este cuerpo… el hecho que existe este cuerpo. No la consciencia… el hecho que existe conciencia. Entienden lo capital e importante que es. Nosotros podemos distinguir los dos elementos, ente y ser, pero no los podemos separar. Son distinguibles, pero no separables. Lo que hay es esto y esto es mí ser. Pero no puedo tomar al ser por separado de lo que hay ¿Entienden?.

La misma estructura se aplica bien a la vacuidad. Hay un Sutra que es importante en el budismo Zen, en el Mahayana, es el Sutra del Corazón. Y dice: “forma es vacío, vacío es forma”. Son al mismo tiempo. No “forma y vacuidad”, sino que “forma es vacuidad”. Tú eres vacuidad, pero eres forma. Son al mismo tiempo. No primero uno y después el otro, o uno cerca del otro.

Es muy simple. Si siguen mirándola por un buen tiempo (muestra su mano), dejará de ser sólo una mano. Sigue siendo mano, pero no es sólo mano. No es tampoco otra cosa… pero no es sólo mano ¿Qué otra cosa es? Nada más… pero no es sólo mano. Es una mano misteriosa, pero es una mano. Cuando ves que existe, uno dice: “¿Pero cómo es posible que exista algo como una mano?” Es evidente, sí, pero no es obvio “¡Cómo es posible!”… la vacuidad está comenzando a destellar. Y asimismo con la existencia. Hay mundo, hay universo: “¡¿Cómo es posible que exista?!” “No es necesario” “¿Desde dónde?” “¿Por qué?”… no hay razón y no puede existir la razón.

Si esta fuera la razón del mundo (muestra un cojín), del “¿por qué existe todo esto?”, la razón sería una razón existente y entonces sería parte del misterio, no lo explicaría. Cuando vemos el mundo fuera de cualquier posibilidad explicativa, fuera de cualquier razón –porque no existe –el mundo se vuelve vacío. Vacío de traducción, vacío de soporte, vacío de razón. Es como la poesía Zen: vacía, pero verdadera.
No es algo distinto, es el verdadero ser de esto. Y del mismo modo cuando dirigimos la mirada hacia adentro y nos decimos “hay mirada”, la reconocemos, existe; entonces exclamamos “¡¿cómo es posible que exista una mirada?!” Exacto, es una locura que haya una mirada, no es obvia, nada es obvio.

Esto es el mundo (indica la sala), contigo adentro (indica a un participante) que te preguntas por la existencia y vas a escuchar a los filósofos, y esto es nada (indica un espacio vacío). Aquí no hay problemas (indica el espacio vacío). Aquí hay problemas (indica la sala con el participante). ¿Por qué existen problemas en cambio de nada? ¡Es una locura esto! ¡Y todos estos colores, el espacio, los pensamientos, la sensibilidad, la atención!… ¿Por qué hay todo esto? No hay respuesta, pero existe. Y cuando miras lúcidamente, sin pensarlo, ves la existencia. Entonces el budismo dice que está vacía, porque al interior de la “única cosa” no hay explicación: por favor, explíquenme qué es una explicación.

Espero que entiendan el tono sutil e irónico que acabo de poner en esta pregunta: explíquenme qué es una explicación. Seguramente Uds. tienen la impresión de que saben lo que es una explicación, pero en realidad nadie sabe lo que es. Parece que sabemos y así dormimos con la creencia que conocemos lo que son las cosas. Pero no existe ese saber. El verdadero saber, el que llega al fondo de las cosas, está vacío, sin traducción.

Algunos artistas tienen ésta percepción, viven en ésta percepción, por eso de repente son un poco raros, porque sienten mucho más. Cuando nosotros vemos, queremos entender y empezamos a traducir. En cambio, el camino de los artistas es precisamente no traducir y así dejarse impactar por el misterio. Algunos no lo sobrellevan muy bien, no lo soportan, pero nos dejan auténticos testimonios del encuentro con lo verdadero. Son como profetas de la verdad, ven la vacuidad. Viven allí adentro e intentan dejar una huella de aquello que ven… en cada expresión artística: pintura, escultura, literatura, música.

El artista es tal cuando te deja las cosas abiertas y entonces tú no puedes decir “lo entendí, tengo una conclusión”. Un gran intérprete de música toca una nota y uno se queda así (hace un gesto de estar en suspenso)… uno se pregunta “qué me mostró en ese momento” y entonces toca otra nota y sucede lo mismo: “dónde me ha llevado”. Hay cuadros de pintores que uno no se cansa nunca de mirar, porque no hay un fondo, no puedes decir lo entendí. Eso no se entiende, el artista te muestra el misterio.

Esto es muy similar a la vacuidad: forma es vacío, vacío es forma. Aunque no tiene que ver sólo con la forma, pues en el budismo hay cinco tipos de experiencia y sólo una de ellas tiene que ver con la forma material: la experiencia física. Luego tenemos otras como la experiencia emocional. Por ejemplo, cuando nos relacionamos con algo reaccionamos y se genera una sensación emocional: “me gusta, no me gusta”. También somos capaces de conceptualizar: el mundo de los conceptos de los filósofos. Por otra parte estamos atravesados por pulsiones, por impulsos, los samskaras. Y finalmente, somos capaces se sentir, somos conscientes.

Estos son los cinco ámbitos. Fuera de estos cinco ámbitos no existe nada – así dicen los budistas. Daría lo mismo si dijéramos seis o treinta y dos, sería lo mismo: fuera de estos ámbitos no hay nada más. Esto significa que tenemos una experiencialidad limitada: no vemos el infrarrojo, no vemos el ultravioleta, no sentimos el ultrasonido… tenemos una sensibilidad limitada.

El Sutra del Corazón relata la experiencia de un gran meditante que practicaba la observación de los elementos de la existencia y se encontraba siempre con sólo cinco elementos y fuera de ellos nada más. Verificando y re-verificando su observación concluye: “yo sólo encuentro cinco ámbitos de experiencia”. Y después de haber practicado mucho tiempo este recorrer los cinco elementos, repentinamente los ha visto… y los ha visto bajo la forma de vacuidad, del significado de vacuidad: hay sólo cinco skandha y son vacíos… incluida la consciencia.

Se pone entonces la cuestión: ¿Si también la conciencia forma parte de los skandha vacíos, quién sabe que los cinco skandha son vacíos? ¡Este es un gran Koan!.

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