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Un sinsentido lleno de valor

Ricardo Pulido

 
 

Director ASIA Santiago

“Hace falta un retorno al sentido espiritual de nuestra vida, o mejor dicho, al sinsentido lleno de valor de la vida misma”

Hace días, el senado Chileno vendió a Monsanto la semilla campesina e indígena (ver link: http://www.redprisma.org/latam/index.php/alertas-transgenicos/3747-senado-vendio-a-monsanto-la-semilla-campesina-e-indigena).

En Europa la situación “Monsanto” se ha vuelto muy seria. Un portal web comenta la situación bajo el título “Monsanto contra la Naturaleza” y ya cuenta con 2 millones de simpatizantes que han firmado para detener el triste escándalo (ver link: http://www.avaaz.org/it/monsanto_vs_mother_earth_loc/?rc=fb&pv=37).

No es necesario hacer análisis detallados. Los argumentos a favor y en contra son siempre los mismos para todo este tipo de asuntos. Lo que es innegable es que vivimos una situación planetaria crítica y no sabemos cómo revertirla, no obstante los conocimientos técnicos para hacerlo ya están disponibles. Hace falta un retorno al sentido espiritual de nuestra vida, o mejor dicho al sinsentido lleno de valor de la vida misma. 

El Sr. Fukuoka representa un claro ejemplo de cómo revertir la crisis. Partiendo de una revolución interior, luego es capaz de revolucionar las prácticas agrícolas, no desde la intervención y la manipulación (propias de nuestras ciencias), sino desde el dejar-de-hacer y la sintonización con los ritmos naturales.

Fukuoka, es un agricultor y científico japonés que desarrolló en la década del 80 la llamada “agricultura natural”. Sus campos, prácticamente sin intervención de ningún tipo (pesticidas, abonos, laboreo, etc.), producen tanto como los campos más prósperos del Japón. Lo más interesante es que su revolución agrícola surge de una experiencia de iluminación que ocurre en su juventud. Aquí extractos de su testimonio escrito en “La Revolución de una Brizna de Paja”:

“Recientemente, algunas personas me han estado preguntando porqué comencé a cultivar la tierra de esta forma desde hace tantos años. Hasta ahora nunca he discutido este tema con nadie. Se podría decir que no había nada que comentar sobre ello. Fue simplemente -como podría expresarlo- un shock -, un destello, una pequeña experiencia la que constituyó el punto de partida. Esta intuición cambió completamente mi vida. No es algo que pueda decirse con palabras pero puede ser expresado de una forma semejante a esta: “La humanidad no sabe nada en absoluto, no hay valores intrínsecos en nada, y cada acción es un esfuerzo fútil, sin sentido” (…) ¿Y cuál fue la experiencia que cambió mi vida?(…) Una noche, mientras caminaba por una colina que dominaba el puerto me desplomé exhausto y somnoliento contra el tronco de un gran árbol. Permanecí allí, ni dormido ni despierto hasta el amanecer. Todavía puedo recordar que era la mañana del 15 de mayo. Deslumbrado, contemplé el amanecer sobre el puerto pero de alguna forma sin verlo. A medida que la brisa subía hacia la cumbre de la colina, la niebla matinal desapareció de repente. Justo en ese momento apareció una garza nocturna, dio un fuerte graznido y  desapareció perdiéndose en la distancia. Podía oír su aleteo. En un instante desaparecieron todas mis dudas y la niebla sombría de mi confusión. Todo aquello que había mantenido con firme convicción, todo lo que ordinariamente había confiado fue barrido por el viento. Noté que solamente entendía una cosa. Sin ser consciente de ello, estas palabras salieron de mis labios: “En este mundo no hay nada en absoluto…” Sentí que no comprendía nada. (“No comprender nada” en este sentido es reconocer la insuficiencia del conocimiento intelectual). Pude ver que todos los conceptos sobre los que me había apoyado, incluso de la misma noción de existencia eran fabricaciones vacías. Mi espíritu se aligeró e iluminó. Estaba bailando locamente de alegría. Podía oír el piar de los pequeños pájaros en los árboles y ver resplandecer a las distantes olas bajo el sol del amanecer. Las hojas bailaban verdes, centelleantes. Sentí que esto era el verdadero paraíso sobre la tierra. Todo lo que me había poseído, todas las agonías, desaparecieron como sueños e ilusiones y algo que se podría denominar “la verdadera naturaleza” se reveló ante mí. Creo que podría decirse sin error, que a partir de la experiencia de aquella mañana cambió completamente mi vida. A pesar del cambio, seguí siendo en el fondo un hombre común y corriente y no ha habido cambios de este estado desde entonces hasta el tiempo actual. Visto desde el exterior, no hay persona más vulgar que yo, y no ha habido nada extraordinario en mi vida diaria. Pero la seguridad de que sabía esto no ha cambiado desde entonces. He pasado treinta, cuarenta años,  comprobando si me había equivocado o no, reflexionando cuando continuaba hacia adelante, pero ni una vez he encontrado evidencia que se opusiera a mi convicción (Texto completo aquí: https://base.socioeco.org/docs/la-revolucic3b3n-de-una-brizna-de-paja2.pdf )

Esto no ocurre una noche cualquiera. Si leen todo el texto en que relata la experiencia, pueden apreciar que esta revolución interior nace de un tiempo de profunda crisis y depresión, de sentimientos que la vida es fútil y sinsentido, de reflexión entrono a la vida y la muerte. Ocurre cuando el joven ya no tiene dónde más apoyar su cabeza. Está literalmente vaciado de toda ambición y proyectualidad: su vida se le aparece oscura, sin sentido, sin claridad: ¿Vivir para qué? ¿Por qué?

Así descrito, Fukuoka era un buen candidato para antidepresivos y psicoterapia de largo aliento. Precisamente este es el tipo de intervenciones que adoptamos hoy en día cuando aparecen sentimientos de esta índole. Intervenciones. Eso es lo que sabemos hacer: Intervenir. Ese es el orgullo de  nuestra cultura: intervenir eficaz, competente y certeramente.

Pero Fukuoka pasa por el estrecho pasadizo de la angustia existencial, la Angst. Lo que hace es dejar-de-hacer, dejar de escapar, dejar de intervenir su vida. Y entonces la vida, una vez vaciado de toda intensión de control e intervención, se le presenta en toda su desnudez: sinsentido intrínseco, pero milagrosa y maravillosa en su misterio profundo.

 

Fukuoka es un ejemplo de autenticidad y creatividad. Regresando a su “verdadera naturaleza” encuentra claridad y simplicidad. Es capaz de vivir en lo simple, sin necesidad de intervenir su vida, la de otros ni la natura. ¿Quién hoy en día es capaz de esto: vivir en lo simple, sin intervenir? Este video muestra un poco de su filosofía, método y preocupación por la humanidad. Les aseguro que escuchándolo, su provocativa frase “en vez de utilizar aviones para lanzar bombas, deberíamos utilizarlos para lanzar semillas” adquiere un sentido técnico y ético muy serio, que nada tiene que ver con un romanticismo o hipismo ingenuos (ver link: http://www.youtube.com/watch?v=v2aKo6la7J4).

Es un ejemplo que deberíamos estudiar con mucha seriedad en Chile y Latinoamérica. Seguimos intentando imitar los modelos de desarrollo de Europa y EEUU, aún cuando sabemos que son modelos nocivos, sobre todo nocivos para el ser humano mismo. Generan enfermedad, decepción, infelicidad… mayor comodidad e igualdad material, sí, pero también devastación interior y exterior, ansiedad, intranquilidad, inquietud, depresión, desesperación.

Seguimos siendo imitadores. Estamos a tiempo de cambiar el curso de esta crisis, no imitando soluciones del mundo desarrollado, sino volviendo de una vez a nuestra casa, a nuestra manera de ver el mundo, a buscar nuestra manera de comprender el misterio de la existencia. Para esto necesitamos disciplina, esfuerzo, trabajo duro de retorno, renuncia a modelos fáciles y tolerancia a la suspensión e incertidumbre de no tener un camino trazado. Latinoamérica es un continente fresco, lleno de vida y recursos, a mitad de camino entre el mundo occidental-anglosajón y un mundo de posibilidades aún no decantado. 

En el Bellas Artes pueden ver la magnífica advertencia de Roberto Matta: “Ojo con los desarrolladores”. Hoy en día, “los desarrolladores” no están afuera, es ya una voz prepotente que habita y muchas veces coloniza el corazón de cada uno de nosotros.

El camino es el regreso a la experiencia misma y el dejar-de-hacer. Dejar de intervenir. Lo ético hoy en día es el radical dejar de intervenir. ¿Pero cómo se deja de intervenir? Es lo más sencillo y lo más difícil a la vez. Fukuoka pudo hacerlo desde una radical comprensión del no-saber esencial. Esta comprensión está disponible, se puede alcanzar, se puede practicar. Esto es lo que hacemos en ASIA Santiago: practicar el dejar de hacer y el retorno al origen de la experiencia creando las condiciones de la mente y del corazón para experimentar, comprender y apreciar la verdadera naturaleza humana y la verdad del hecho de ser.

Siguiendo a Matta, abracemos este lema: “Acojamos a los regresadores”… sobre todo a la voz de regreso a la fuente, de retorno al origen que canta profundo en cada uno de nosotros:

Déjate transformar

Joven latino sin brújula

Más por la realidad desnuda

Y menos por los conceptos.

Confiado en tu mirar contemplativo

Haz de la verdad simple tu bandera

Y solo entonces osa pensar

En la ciencia, en la academia.

Y retorna

Retorna

Retorna

Vuelve al hogar del significado

Occidente dice avanzar…

¡Latinoamericano! Tú debes retornar,

A aquel lugar del que nadie viene

Y a donde nadie va

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